Aprovecho este foro para compartir con vosotros una pequeña anécdota de trabajo. Hace unos meses me planteé producir un corto después de varios años sin hacerlo, así que volví a revisar las bases de la ayuda del ICEC. Me sorprendió ver que, sobre un total de 95 puntos, se concedían 15 si el corto era en catalán y 0 si era en cualquier otro idioma. Me pareció que 15 puntos eran muchos puntos, supuse que mucha gente optaría por presentar sus proyectos en versión original catalana y saqué la conclusión de que también yo debería presentar el proyecto en catalán para tener más opciones de obtener esta ayuda.
Pero me entró la curiosidad y pensé: ¿cuántos cortos se presentarían en castellano o en otros idiomas distintos al catalán el año pasado? ¿Y cuántos conseguirían la ayuda? Aprovechando un rato de descanso me entretuve en encontrar la respuesta. Sin contar 10 proyectos cuyos productores habían desistido por el camino o no habían alcanzado la puntuación mínima requerida, se habían presentado 81 proyectos en total: 60 en catalán y 21 en otros idiomas. De esos 81 proyectos se había subvencionado 34, todos en catalán. 34 de 34. Para encontrar un proyecto en otros idiomas había que ir al puesto número 53.
Reconozco que los datos me impresionaron un poco. E inmediatamente pensé en todo el trabajo derrochado por los productores de esos proyectos que no eran en catalán. Porque realmente nunca tuvieron ninguna posibilidad de obtener la ayuda, pero nadie se lo había dicho. Ni a ellos ni a los guionistas, directores y equipos que confiaron en esos productores para sacar adelante sus proyectos. Todo su trabajo y todo su tiempo estaba condenado al fracaso desde el minuto uno.
Como productor, pienso que esto no debería haber sucedido, y como asociación de productores, tal vez tengamos parte de la culpa. Personalmente creo que hay que defender un equilibrio entre las decisiones políticas y lo que, como productores, queremos para nuestra industria. Pero en cualquier caso no podemos conformarnos con unas ayudas cuyas bases lleven al engaño. En este caso concreto, si el objetivo es potenciar el catalán hasta el punto de que todos los cortometrajes subvencionados por el ICEC sean en versión original catalana, las bases tienen que recogerlo como requisito. El año pasado 21 productores y los equipos que lideraban perdieron el tiempo, el dinero, su energía y su ilusión en presentar proyectos que eran completamente inviables, a pesar de lo que marcaban las bases. Y de hecho tal vez, de haberlo sabido, también ellos habrían presentado esos mismos proyectos en catalán.