El mes pasado, Miptv (Mipformats) cerraba definitivamente sus puertas en Cannes para abrir el año que viene en Londres; era “The last dance” decían los más nostálgicos.
Aunque sin grandes sorpresas, el mercado fue saludable y sólido, gracias a la creatividad de un nuevo jugador: Corea del Sur, que ha conseguido posicionar su estilo de entretenimiento como tendencia mundial.
Inglaterra, Estados Unidos, Países Bajos y Francia siguen siendo los sospechosos habituales liderando con producciones como The Traitors, The Floor, The Voice entre otras. Por el contrario, España ha subido posiciones y se ha colocado en el número dos a nivel mundial, pero no en la categoría que todos desearíamos. Somos el segundo país importador de formatos televisivos después de Alemania. Nuestro prime time habla por sí solo.
¿Falta de creatividad? ¿Miedo a la incertidumbre? ¿Presupuestos limitados? ¿Empresas multinacionales que acaparan el mercado?
La dificultad por apostar por un “paper format” ha llevado a sólo admitir programas testados o con un piloto bajo el brazo. En el pitching de cualquier productor ejecutivo encontramos la misma frase “este programa es como (tal programa) pero por Catalunya”.
¿Cómo superar la incertidumbre que genera el “paper format”?
Los más pragmáticos no se lo plantean y pasan a ser ojeadores profesionales a nivel internacional. Opcionar formatos es lo que se lleva. Sin embargo, has de tener la cartera llena, mucha paciencia y atreverte con las adaptaciones. Entender la idiosincrasia del país, escoger bien al presentador local, hacer un cásting conservando el espíritu del programa original…son muchos aspectos a tener en cuenta y todos son relevantes para el buen funcionamiento del programa. La parte positiva es que da seguridad al comprador y sobre todo argumentación en el caso de que no funcione. “Los datos en Italia eran fantásticos, no sé por qué no funciona aquí”.
Hay una minoría de productores, a los que me sumo, que soñamos y trabajamos para hacer el próximo hit o si más no, sentirnos creativos con nuestros formatos sin tener que recurrir a las adaptaciones. Hemos venido a jugar a pesar de que el patio esté ocupado.
Una ayuda al desarrollo de formatos televisivos, como hay para proyectos de largometrajes o series, podría ser una buena opción para mejorar esta situación. Aún así creo que esta crisis es más profunda. Es una cuestión de mentalidad, si no ¿por qué países tan pequeños como Bélgica, Países Bajos o Israel son pioneros en formatos con personalidad propia y nosotros no?
Innovar comporta abrazar el riesgo, aceptar el fracaso y no desfallecer. ¿Seremos capaces de bailar mano a mano con todas estas incógnitas o por el contrario este será nuestro último baile?