ProFicció

Cuando el premiado tiene que ser el que premia

Artículo de Marta Baldó Sellent, productora de Funicular Films y dueña del Petit Montjuïc y del Petit Hípica, para el InfoPROA del 15 de enero

Por circunstancias de la vida —o mejor dicho, por amor, que es la excusa más universal para tomar decisiones cuestionables— decidí abrir un pequeño bar restaurante en Poble-sec. El proyecto comenzó con un inocente “hacemos cuatro tapas a ver qué pasa”, pero acabó convirtiéndose en una especie de centro de operaciones sociales. Y tuve una revelación: un local a pie de calle puede tener un impacto político mayor del que nunca habría imaginado.

Inspirada por este “poder transformador”, decidí ampliar horizontes y adentrarme en dos proyectos culturales. El primero, modesto pero ambicioso, consistía en organizar paseos por los Jardines de Laribal para un grupo de mujeres, descubriendo sus secretos y conectando con la naturaleza. El segundo era aún más osado: crear la asociación de restauradores del Poble-sec, Menja’t Montjuïc, para unir esfuerzos gastronómicos y promover el barrio.

¿Y qué pasó? Pues un pequeño desastre de manual del asociacionismo. Porque asociarse, descubrí, no es solo un trabajo; es el trabajo. Las reuniones son interminables, las decisiones nunca son fáciles y la capacidad de consenso a menudo parece una utopía.

Hoy, cuando veo una asociación profesional, no solo me quito el sombrero; los querría abrazar, porque veo las horas robadas a la familia y al descanso. Por ello, quiero reconocer la labor impresionante de PROA, una asociación que conozco de cerca y que me merece toda la admiración del mundo. Y si encima el premio me lo dan a mí… ¿qué más puedo pedir?