El 16 de febrero de 2022 fue, para nosotros, un miércoles que se juntó con un martes. Un martes en el que ya empezamos a llorar de buena mañana, en la rueda de prensa de Alcarràs en la Berlinale, donde Albert y Jordi (Roger y Quimet en Alcarràs) reivindicaron que ellos son campesinos. El día siguió con la celebración de un estreno muy cálido, a pesar del 50% de aforo, y acabó con una cena con el equipo, instituciones, vendedores y compradores. Se me acercó Mar Medir, porque de repente nos vio a todos nerviosos, me cogió de las manos, me llevó a un rincón tranquilo, me miró a los ojos y me dijo: “¡Ari! ¿Qué está pasando?”. Y yo, súper catatónica, le dije: “No lo sé, Mar, no lo sé… Pero me parece que nos tenemos que quedar”.
Entonces cambiamos los vuelos (cosa que, como toda Cataluña sabe, no hicimos súper bien) y acudimos a la gala, donde cada vez había menos osos sobre la mesa. Cuando ya quedaban solo dos y dijeron “The Grand Jury Prize is for The Novelist’s Film”, Carla se giró y nos miró a todos con una cara que, a pesar de la FPP2, hablaba por sí sola. Tono (positivo por naturaleza) decidió que seguro que se habían equivocado de película cuando nos dijeron que nos quedáramos, y que aquel oso seguro que no era para nosotros. Del grito que di, los acomodadores vinieron a reñirme, y Mar se echó a llorar desde su casa.
Muchos de vosotros nos habéis escrito y llamado emocionados, diciéndonos que también habéis gritado y llorado, que también os habéis emocionado. A todos vosotros solo deciros que ya lo sabéis, pero que a veces hay que repetir las cosas: ¡este premio también es vuestro! Es de todos aquellos productores independientes que confían y apuestan por el nuevo talento, que intentan sacar adelante pequeñas y grandes producciones desde aquí, que arriesgan con historias que, mientras las pitchean, piensan: “esto no me lo comprará nadie”, que no tienen miedo de hacer cine comprometido políticamente, que salen fuera a buscar coproductores y agentes de ventas porque no piensan que “lo de aquí” no interese a nadie.
Los productores independientes ya sabíamos que estábamos haciendo las cosas bien y que este era el camino. Este premio solo viene a reconfirmarlo. Como también viene a reconfirmar que el público quiere sentirse representado en la pantalla, escuchar su lengua en el audiovisual, compartir con el mundo quién es y de dónde viene y sentir que al mundo le importa.
Alcarràs ya es historia de nuestro cine y del Cine en mayúsculas. Ahora, a seguir empujando para que esta película no se perciba como un milagro, sino que asiente un precedente para el futuro de nuestro cine.