Hace unos meses asistí a una charla de la directora creativa Laura Visco y me sorprendió ver que estructuraba su presentación enumerando los errores que había cometido a lo largo de su carrera. Agradecí ese enfoque desde la humildad después de un fin de semana viendo a hombres subiendo al escenario para sacar pecho.
Los cambios sociales que estamos atravesando en los últimos años han permitido que ciertos valores, que acostumbramos a relacionar con un ámbito más social y no tan empresarial, y que la autora Jennifer Armbrust denomina propios de la economía femenina, empiecen a estar cada vez más presentes en nuestro sector y en nuestras productoras y producciones.
La autora defiende, por ejemplo, el acto de experimentar, de no saber y de perder el miedo al error, puesto que lo que no sepas es probable que lo aprendas en el camino. Pero también defiende otros muchos aspectos que creo importante revisar para intentar asimilar e incluirlos dentro de nuestras estructuras: la empatía, llevar la inteligencia emocional a nuestras oficinas, crear lugares seguros donde la gente pueda sentirse realizada, pero a la vez pueda cuidar su cuerpo y cultivar su felicidad. Todos ellos son valores positivos y reivindicables, y opuestos a la herencia del capitalismo americano (la economía que denominaríamos masculina) del que cuesta liberarse.
Mi experiencia como productora se basa principalmente en el ámbito de la publicidad y el videoclip, donde esta herencia está muy presente. Para ganar un proyecto, por ejemplo, compites contra otras productoras. Desde que recientemente en CANADA entramos en el mundo de la producción audiovisual de cine, he podido ver de cerca como la industria pasa, en la mayoría de los casos, por todo lo contrario: la suma de varias productoras que juntan fuerzas y consiguen sacar adelante una producción. Y esta parte colaborativa puede ser solo el inicio de otros muchos valores que tendríamos que reclamar.
Como productoras y productores, está en nuestras manos crear este nuevo modelo de empresas, generosas, sostenibles y colaborativas. Es el modelo que defienden y promueven entidades como Dones Visuals. El mundo audiovisual tendría que ser pionero en este ámbito del mismo modo que lo ha sido en otros.
La economía femenina nos puede traer muchas cosas buenas que ni siquiera ahora nos podemos imaginar. Venga, ¿lo probamos?