Las productoras audiovisuales, pequeñas o grandes, es indiferente, siempre estamos pendientes del mercado, por necesidad o por oportunidad. Un mercado cada vez más global y homogéneo. Sí, la globalización nos ha dejado huérfanos del concepto “heterogéneo”.
Cuando hablamos con distribuidoras, plataformas, cadenas de televisión y productoras, todas, ya sean de Suramérica, Europa central o últimamente incluso las anglosajonas, dicen que buscan true crime o celebrities: un producto que se pueda etiquetar de true crime aunque no sea del todo true o tenga un crime discreto, y celebrities cuanto más celebradas mejor. Después recitan con gran solemnidad que así lo indican los algoritmos, las tendencias y, finalmente, la frase más demoledora: es lo que quieren los espectadores.
Primero echamos unas risas, después lo dejamos en la categoría de anécdota y más adelante lo consideramos una moda efímera, pero finalmente llega la reflexión más serena, lúcida y funesta: las historias han muerto.
Pensábamos, y todavía creemos, que nosotros (las productoras independientes de documentales) explicábamos historias, que era nuestra principal razón de ser. Ya no es aquello de hacer un mundo mejor a través de nuestros documentales, pero sí que al menos buscábamos historias potentes, auténticas y universales que trasladaran a los espectadores un mensaje, unos valores y una reflexión crítica. Y que con estas historias tan locales como queráis podíamos ir por todo el mundo si el discurso era, en definitiva, universal.
Porque las historias, si son contundentes, poderosas y están bien explicadas, son atemporales y aterritoriales: en qué año Hamlet pierde a los padres y el entendimiento o dónde se ubica Macondo al final no tiene importancia.
Ante eso podemos continuar navegando contracorriente (que en este sector ya tenemos músculo después de remar durante tantos años), negarnos a creer que el espectador no quiere historias y rebelarnos contra los artificiosos algoritmos, porque si no, la otra opción, la resignación, seguro que nos hará más pobres, y no hablo en un sentido económico.