Sé que os ha pasado a muchas/os: ayer nos dijeron que no a un proyecto para la televisión. Fue un golpe fuerte, de esos que te aplastan la nariz. Hoy somos unos cadáveres vivos y no nos salva la cita de Shakespeare “nuestro destino no está en las estrellas sino en nosotros mismos”; querríamos pedir un deseo a una estrella.
Nuestro día a día es fácil de resumir en una frase: se acaban unas producciones y levantamos otras nuevas. Y así, siempre: termina/empieza, termina/empieza, termina/empieza… Pero la cadena de producción no es un engranaje perfecto, más bien recuerda a aquella escena de Tiempos modernos de Charlot, con la máquina que no para de chirriar. A veces se encalla, otras va como la seda, pero sabemos que forma parte del juego. Si sólo fuera apretar el perno… ¿dónde estaría la gracia?
Eso sí, cada proyecto es una aventura. Últimamente, hemos subido a una nave que cruza el espacio sideral con los últimos supervivientes de un viejo planeta llamado Tierra (un corto de ciencia ficción) y hemos bailado al ritmo del pop isleño de los años ochenta (un documental). ¿Curioso? El pasado y el futuro, siempre mezclados. Termina/empieza…
Alguien dijo que el futuro no existe y que el pasado ya se ha marchado. No lo tengo tan claro como Woody Allen, que decía: “Me interesa el futuro porque es el lugar donde pasaré el resto de mi vida”, o como Confucio con aquello de: “Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro”. Pero lo que sí sé es que nosotros siempre estamos mirando adelante, aunque a veces parezca que nos quedamos en pausa.
Estamos en otoño, esa época en la que todo parece volver a empezar después del verano. Teníamos un buen cuatrimestre con un proyecto que finalmente no ha salido adelante. Pero mientras escribo estas líneas, conviven el tsunami de turistas y aviones con el baile tranquilo de las ramas de un olivo que este año no lleva aceitunas. Y, a pesar de no tener claro si vamos hacia adelante o hacia atrás, la verdad es que siempre encontramos un camino. Porque al final, el secreto está en seguir caminando, y en nuestro mundo, eso quiere decir empezar una nueva aventura, una y otra vez.