Han sido ocho años en la Junta de PROA, los tres últimos como presidente. Nunca hubiera pensado lo exigente que podía ser el cargo, pero al mismo tiempo qué gratificante y alentador poder defender los intereses de nuestros asociados y lograr los retos y objetivos marcados.
Cuando asumí la presidencia, las reuniones las hacíamos de manera virtual y continuaba vigente la obligatoriedad del uso de la mascarilla. Solo hace tres años de eso, pero parece que haga mucho más tiempo. Pero en este periodo las hemos visto de todos los colores. Luces y sombras. Me voy, no obstante, convencido de que tenemos un peso y una centralidad más importantes que las que teníamos cuando accedí al cargo.
PROA es respetada tanto en Cataluña como en España. Por no hablar de lo determinantes que somos en Europa en el campo de la animación, por ejemplo. Nos hemos consolidado como un interlocutor de referencia para todos los agentes del audiovisual, desde Administraciones a televisiones y a partidos políticos. Todo el mundo en definitiva sabe que no puede saltarse PROA.
Lamento no haber conseguido hacer de PROA la voz única del territorio catalán. Pienso que nos iría muy bien como sector tener una sola representación, pero nuestra mano tendida no ha sido aceptada. Confío en que algún día se resuelva esta deficiencia que no beneficia nadie. A pesar de todo somos indiscutiblemente la voz mayoritaria del sector.
Hemos sido capaces de concebir el congreso Animar y llevarlo a Barcelona. Hemos participado con más o menos fortuna en todos los procesos legislativos que afectan al sector. Estamos presentes en las redacciones de las bases de las ayudas públicas. Batallamos para garantizar los recursos y exigir buenas praxis, denunciamos cuando toca y batallamos cuando hace falta. En la CCMA, por ejemplo, lo saben bastante. PROA es desde el viernes una Federación más unida y fuerte. Con Ferran Cera al frente estoy convencido que se lograrán muchos de los objetivos previstos para este 2024. ¡Mucha suerte, Ferran, que vas sobrado de talento y energía!
Quiero agradecer a mi primer presidente en ProAnimats, Tony Albert, que me propusiera para la Junta de PROA ocho años atrás. Y a su relevo, Ivan Agenjo, que me ratificó. Un especial recuerdo para mi antecesor, Raimon Masllorens, que me hizo confianza y me guio por los delicados cables del funambulismo político, tanto interno como externo. A todos los miembros de las diferentes juntas que me han acompañado en este tiempo y que en dos elecciones consecutivas me votaron presidente por unanimidad. Me voy siendo el miembro más veterano de los que formamos la actual Junta, y eso también es una señal de que necesitamos que soplen nuevos vientos.
No puedo dejar de agradecer el trabajazo que hacen entre bambalinas la directora general Montserrat Bou y Mar Saez Pedrero, Cecilia Cardiello, Raquel Aragall y todos los miembros del equipo que nos han ayudado a hacer de PROA una máquina de relojería y muy a menudo la envidia del sector. Socios, ¡qué suerte que tenemos de contar con ellas!
Acabo dirigiéndome a quien me he debido estos años. A los socios. A todas y cada uno de las 7 asociaciones que formáis PROA. Ha sido un orgullo hablar en nombre vuestro. Defender vuestros intereses. Han intentado que me doblegara manta veces, pero han fracasado, puesto que me he sentido fuerte y espoleado por más de doscientas empresas de aúpa, por quienes siempre he luchado para que podamos trabajar más y mejor. ¡Gracias!