Parece mentira, pero ya vamos a cumplir el primer cuarto de siglo. Un cuarto de siglo marcado por los nuevos canales de distribución, tanto de contenido creativo como de información. Los jóvenes creadores ya piensan en formatos diferentes, tanto en forma como en fondo. Los sistemas de distribución y publicidad tradicionales muestran signos claros de agotamiento, y esta tormenta perfecta sorprende a las productoras más clásicas con el paso cambiado. El reto es entender no solo el qué, sino el cómo.
A los pequeños productores se nos presenta una ventana de oportunidad con los nuevos canales. YouTube, TikTok o Instagram son herramientas poderosas pero muy opacas. Es difícil “aprenderlas” porque no hay ningún manual, ningún mapa que nos permita establecer una hoja de ruta bien definida, y el cambio en sus famosos algoritmos es constante. Es un entorno optimizado para la creación individual, pero presenta dificultades para estructuras de producción más convencionales.
Es importante que las empresas tecnológicas entiendan que facilitar a las productoras un entorno más comprensible será bueno para todos.
Por otro lado, quizás habría que pensar en que entidades como PROA pudieran plantear algún tipo de asesoría muy concreta, dirigida a nuestro sector, que permitiera a las productoras tener a alguien a quien recurrir de forma regular para solucionar sus dudas a la hora de “subir” sus contenidos a las nuevas plataformas. No hay que entrar en el contenido, eso queda al gusto y uso de quien produce, pero sí se podría ayudar a posicionar esos contenidos, que al fin y al cabo es lo que necesitamos. Luego el público, soberano como siempre, dictará sentencia.