Creo que la no ficción está cansada y se merece unas vacaciones. Le exigimos demasiado. Hace poco discutíamos un documental sobre una comunidad de Alcohólicos Anónimos y alguien preguntaba si su director había sido alcohólico y que, si no, cómo se validaba su mirada sobre el tema.
Se nos ha ido de las manos. Todo comenzó con la buena intención de intentar dar la vuelta a la tendencia, histórica, de que las películas que narraban la historia de todo el planeta fuesen contadas siempre por Occidente y así, empezamos a buscar la mirada de dentro de la comunidad, algo que me parece imprescindible y que debe seguir existiendo, sin ser excluyente, pero que por supuesto es necesario. Pero ya no es que para rodar un documental en Honolulú debas tener un director/a de Honolulú, es que para hacer un documental sobre Alcohólicos Anónimos, ¿es mejor que tu director/a sea ex alcohólico?
Yo pensaba que eso solo pasaba con temas de género, que a las mujeres se nos suponía un trauma cuando queríamos tratar ciertos asuntos y por eso decidíamos hacer un documental. Cuando tenía veintitantos años, un ejecutivo de una televisión extranjera, tras ver mi primer documental, que era sobre menopausia, tuvo a bien exponer por email lo mucho que se notaba en mi película lo que debía haber sufrido yo en mi menopausia para querer hacerla y retratar tan bien este periodo de la mujer. Alucino con que dieciséis años después, esa apreciación, que me dejó impactada, pueda parecer pertinente o al menos tendencia.
Siento que estamos perdiendo (aún más) la empatía como sociedad y la curiosidad hacia el otro, obstaculizando que gente de fuera se acerque hacia un tema o hacia un pueblo que no sea el suyo. El nosotros, el vosotros, la comunidad es algo que me preocupa, pues es desde ahí que se divide este mundo. Lo políticamente correcto nos está pasando factura. Y además falta coherencia, en esta “responsabilidad”; ¿qué pasa con el true crime? No hagamos una película en India sin un director/a indio/a pero, por favor, cuenta con pelos y señales ese crimen o delito. Y me voy a permitir decirlo, que si no reviento: ¿no sería lógico entonces que los directores/as que deciden hacer un documental sobre asesinos/as sean ex asesinos/as, para que su mirada respecto al crimen sea “válida”?
Creo que esta tendencia de que cada cual hable de lo suyo no va a cambiar, sino que irá en auge, pues hablar de lo nuestro requiere, casi siempre, menos presupuesto, y ya sabemos que la financiación no sobra en la no ficción; quizá es por eso que no se va de vacaciones.