Recuerdo la escena como si fuese ahora. Tomando una copa de vino por la tarde, en el casco antiguo de Toulouse. Sandrine, la coproductora francesa, me confirmó que en Francia se ruedan cada año más de mil largometrajes. Que el CNC tiene recursos enormes. Líneas de apoyo de todo tipo. Yo sonreía, con la copa en la mano, impresionado por el catálogo de subvenciones, programas y líneas que da el gran estado cultural europeo. Pero por dentro pensaba que mi historia como productor audiovisual catalán –como la de todo mi gremio– se había caracterizado no por las facilidades sino por las limitaciones y los sacrificios.
Pese al liderazgo en inversión audiovisual que hace la Generalitat si lo comparamos con otras administraciones autonómicas del estado español, no hay que hacer una encuesta rigurosa para detectar lo que dicen la totalidad de las productoras cercanas: hay una falta de inversión audiovisual desde la administración pública. Hay un cuello de botella. Y eso ahoga. Económicamente. Pero también simbólicamente. La precariedad que afrontan muchas compañeras y compañeros es inadmisible en un país que se vanagloria de estrenar Alcarràs en la Berlinale. Los éxitos se tienen que celebrar (¡solo faltaría!), pero no pueden esconder las miserias de quienes abandonan, de los mileuristas eternos o del hecho de que al acceso a hacer cine a menudo se limite mayoritariamente a una clase social determinada.
Ante la precariedad y el cuello de botella que vivimos en Catalunya y España, el mundo espera. Atreverse a visitar el Marché du Film del Festival de Cannes. Aventurarse con el Programa Ibermedia y acabar rodando en Ecuador, Colombia o Chile. Coescribir con una productora portuguesa, croata o belga. La coproducción minoritaria internacional o la búsqueda de socios europeos de una talla y lógica editorial parecida a la tuya están dejando de ser cosas que hasta ahora la mayoría veíamos exóticas. Es una necesidad. Oxígeno para la sangre. Oxígeno para las nuevas historias. Aunque cueste salir de la zona de confort. El mundo espera ahí afuera.